Ayer me llegó por email un mensaje enviado y reenviado y vuelto a reenviar con el consiguiente chorro de direcciones alimentando el SPAM e incluyéndome entre las víctimas de este acoso insoportable.
El email hacía referencia a un caso, posiblemente real, de una niña enferma y supuestamente redactado por una tal María José Fernández-Pacheco Gallego, tal y como reza en el texto: «Subdirectora de Enfermería del Hospital General de Ciudad Real».
Visto el mail, que ya solo por el asunto ―insisto, reenviado― me sonó a spam, me decidí a buscar el contacto de dicha señora. Puse su dirección de correo en Google, y los primeros resultados de la búsqueda mostraban la intención real del caso: SPAM. Os adjunto un mensaje donde lo explica con detalle:
Caso de María Claudia.
Desgraciadamente no es un caso aislado, hay muchísimos ejemplos. Aquí tenéis una lista de los 10 temas más recurrentes:
10 ejemplos de Spam.
Pero,
¿qué consecuencias tiene el Spam para nosotros? Dietas y curas milagrosas, métodos para hacerse rico en unos días, sitios pornográficos y hasta la propagación de virus. Todo esto se traduce en un consumo de recursos innecesario: nuestro tiempo y dinero.
La pregunta clave es
¿Cómo evitarlo? ¿Cómo escapar a esta trampa?
Lo primero de todo es pedirle amablemente a ese amigo que te ha metido en la cadena de destinatario:
¡NO VUELVAS A MANDARME MENSAJES DE ESTOS!. Y ya que estás, puedes sugerirle, también amablemente,
¡UTILIZA EL CAMPO CCO! Esa es una buena forma de empezar a luchar contra esta cadena terrible. Otros consejos muy útiles podéis encontrarlos en la
Agencia Española de Protección de Datos.
